Expuesta en el Centro de Arte Contemporáneo y Museo de la Inmigración de Muntref, en el marco de la cuarta edición de Bienalsur, como parte de un conjunto profuso de inauguraciones, "Sindemia. "Estallidos andinos", otorga una mirada profunda acerca de una situación tan actual que pone en duda su acaecer azaroso, desde la investigación que viene realizando Jarpa sobre el fenómeno.
"Mi ojito no tenía precio", dice uno de los jóvenes chilenos entrevistados que perdieron la vista, en un documental que expone la violencia aleccionadora no privativa del país trasandino y que tiene sus ecos latentes actuales en Perú por el malestar social y político, o la situación local demasiado próxima, en Jujuy.
El proyecto instalativo que se despliega en tres de las salas del tercer piso del Hotel de los Inmigrantes, junto al río y la imponente vista del buque Irízar, traza una cartografía americana, específicamente latinoamericana, en su expansión desde una temática centrada en Chile y la fuerte represión policial ejercida sobre los jóvenes que dejó unas 460 personas con pérdida de sus ojos, y dos personas con ceguera total, durante el gobierno de Sebastián Piñera. Preseleccionada en grupo de cinco artistas para la primera edición del Premio Julius Bauer a las Artistas Latinoamericanas, en 2019, -que en su segunda edición premia a la argentina Ana Gallardo- la atención de Jarpa estaba en lo que sucedía en Chile en ese momento, y su proyecto, que resultó ser el ganador, fue exhibido en 2021 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo) en asociación con la empresa Suiza Julius Baer.
"En cada versión se agregan nuevas obras y se ajustan las producciones", aclara Jarpa, primero "la presentamos en Bogotá, después en Santiago de Chile de marzo a mayo de este año -en el Centro Cultural Gabriela Mistral- y ahora en el contexto de Bienalsur y siempre va mutando un poco", indica Jarpa en diálogo con Télam. "La muestra de Bogotá era como la semilla, un esquema sin tanto cuerpo, era más un esquema mental", en cambio, "la muestra de Chile estuvo muy enfocada en el país y la muestra actual se amplía hacia este mismo conflicto en la región andina, por eso se llama ´Estallido andinos´ que empieza a pensar que estos malestares sociales y estallidos se sincronizan y no hay una casualidad". Y agrega: "Está el tema del territorio, el extractivismo, y en la relación entre malestar social y estado policial, que no es algo que haya ocurrido solo en Chile sino que se dio antes en Ecuador, prosiguió en Perú, Chile, Colombia, y volvió a Perú", donde "se empieza a ver la cordillera de los Andes estallando", grafica. Y sin relativizar esta observación, sostiene que "hay que pensar un poco lo que está pasando en nuestra región andina", en la que incluye a la Argentina, algo relacionado "con la riqueza de la cordillera, la apropiación y extracción de esa riqueza, que genera estos problemas".
El término sindemia fue "introducido en los años 90 por la medicina antropológica para describir dos o más epidemias secuenciales en una población que exacerban la carga de una enfermedad", escribe Eugenio Viola que comparte la curaduría junto a Diana Wechsler. Jarpa lo utiliza como metáfora para analizar "las manifestaciones sociales que tuvieron lugar entre entre octubre de 2019 y marzo del 2020 en Chile, reprimidas, y que fueron silenciadas por la pandemia", señala la artista.
En su dimensión actual el proyecto en desarrollo es un trabajo conformado por "equipos de mujeres artistas e intelectuales", en gran medida, que articulan el saber científico y el humanista y agrupa a 107 personas, muchos jóvenes, de un modo "colaborativo" especialmente "con mujeres creadoras jóvenes".
"Soy como la directora de orquesta", dice sonriendo la artista y señala que "es una experiencia que ha sido muy traumática para la sociedad y ese trabajo creativo ha servido también entre nosotros para elaborar esa vivencias tan recientes y tan dolorosas". "Sindemia" puede pensarse como una gran instalación en tres partes: una central con grandes mapas, y telas con siluetas de cuerpos sobre los que se proyectan imágenes de los sucesos, y un dispositivo circular de pequeños objetos y maquetas donde está representada la estatua de bronce (del general Manuel Baquedano) retirada de la plaza que fue epicentro de las manifestaciones, entre otros objetos, rodeadas por las palabras "histeria-historia". Otra más de documentación y testimonios, y una tercera sala donde predomina el color verde abrazado por árboles que desde la poética enfoca la represión al cuerpo del manifestante, el castigo como marca imborrable, el acallamiento y la disuasión, en un país "democrático".
Es una cartografía y señalización de hechos y lugares documentados compuesta por vídeos, mapas, animaciones, y documentos dispuestos a ser leídos sobre casos de Chile, Perú, Ecuador, y distintos informes médicos, testimonios varios, entre otros.
Con la producción gráfica de Fabiana Herrera, la muestra revisa los estallidos sociales en América Latina entre 2019-2020 donde se vinculan la matriz ancestral, economía y ecología, que habilitan pensar las variables de los ciclos de crisis sociales en Chile y Sudamérica, como un atlas de conflictos ambientales, según expresan los textos que acompañan las obras, así como los videos con el testimonio de mujeres, e incluso el que lleva por título "Sindemia" (2023), realizado en colaboración con la Orquesta de instrumentos autóctonos y nuevas tecnologías de Untref, con un niño como hilo conductor y testigo de la historia.
"Tótem" (instalación ambiental, 2020-2023), con imágenes de árboles impresos sobre telas, ocho de ellos urbanos con las huellas de las balas en sus troncos, y otras telas con árboles del entorno "natural" dialogan con la instalación "Láseres y perdigones" como síntesis de los choques entre manifestantes y la policía, que se acompaña del video "Trauma ocular" dirigido por Violeta Molyneux. "Lásers versus perdigones" retoma la acción "del uso que hicieron los jóvenes, al igual que en Hong Kong, de láseres para que la policía no pudiera apuntarles", dice Jarpa y agrega: "Trabajé con un matemático e hice consultas a un astrofísico sobre el tema de si esto era azaroso, negligencia o si había un patrón en términos matemáticos", a raíz de una duda que surgió luego de ver un posteo en Twitter de un astrofísico "cuando habían 160 víctimas de trauma ocular en noviembre del 2019, que decía, según el cálculo de probabilidad que para que hayan 160 víctimas con ceguera parcial o total tendrían que haber 2.200.000 personas con perdigones en su cuerpo, de esa manera esto sería producto del azar", dice.
Entonces, "esta fórmula de probabilidad dejaba ver un patrón la mutilación, castigo y amedrentamiento para bajar la intensidad de las protestas que estaban muy álgidas", algo conseguido por la pandemia finalmente, pero fueron "momentos de mucho terror y de horror", dice desde su lugar de ciudadana.
De hecho, en algunos de los mapas se visualizan "otras conductas que derivan de esto: días en que hay más víctimas de trauma ocular, hay menos detenidos" y a la inversa, explica y agrega que hubo "una conducta policial donde a veces salían a detener, y a veces salían a disparar". Para Jarpa esto es algo que la sociedad no está discutiendo, y considera que hay una regresión "en términos de valores del derecho y los derechos humanos como un valor conquistado por la sociedad".
En la sala inmersiva "los árboles urbanos muestran en sus troncos los impactos de distintas armamentos" exponiendo "que no se siguieron los protocolos policiales indicados", según un matemático al que consultó. "La policía puede usar ese armamento bajo un protocolo en un ángulo de 45 grados hacia abajo para que los 12 balines impacten solo en la parte inferior del cuerpo", si el ángulo se eleva "se hace incontrolable" y si es "a tres metros de distancia" se vuelven armas letales, dice y explica que "se suponía que los perdigones no eran de plomo".
"Hay gente que tiene esos perdigones de plomo incrustados en su cuerpo", añade, y en esa disposición de la sala, los árboles marcadores "están rodeados de "árboles naturales" que son "una metáfora de esperanza de la vida entre tanta violencia", porque como explica la educadora, "son muy jóvenes las personas dañadas, y tienen una vida larga por delante, y hay que tratar de ver cómo los ayudamos a vivir con eso". La muestra contiene además un análisis detallado de archivos y documentos oficiales desclasificados que enfatizan en narrativas ocultas, desde un trabajo que investiga "nociones de memoria y trauma" frecuentemente referenciado "al contexto sociopolítico chileno y su inserción en la coyuntura latinoamericana", explica Viola.
"Sindemia" podrá visitarse hasta el 31 de diciembre en Avenida Antártida Argentina s/n, entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus, de Puerto Madero, con entrada gratuita, de martes a domingo de 11 a 18.
ARTE Y CIENCIA CONFLUYEN EN LA MUESTRA "SINDEMIA", DE LA CHILENA VOLUSPA JARPA
En "Sindemia. Estallidos andinos" la muestra de la chilena Voluspa Jarpa, confluyen lo artístico con la investigación científica y la documentación centrada en la exploración del fenómeno encadenado de estallidos sociales de Chile en 2019, que permean en el territorio sudamericano como una gran incógnita en tanto fenómeno social demasiado cercano en el tiempo para ser interpelado y comprendido en su complejidad, pero un desafío tomado desde la práctica artística.
La exposición que se exhibe en Buenos Aires hasta diciembre, tuvo su presentación este año en Chile, y sobre ello dialogó con Télam la artista.
¿Cómo se leyó en Santiago la muestra? "Con menos entusiasmo que acá, porque en Santiago son hechos muy recientes, hay un duelo que todavía está activo, hay víctimas de abuso policial. La Defensoría Penal Pública presentó 3.500 querellas que son de 2019 a 2023 y existen solamente 17 fallos. Entonces, hay un problema de los tiempos de la justicia. Hemos vivido todo un proceso político que para Chile es incierto, y los chilenos no están acostumbrados a vivir en crisis, en general son muy reactivos a vivir en crisis", destaca la artista.
"La gente tiene miedo. Hay una disputa en este momento por el relato del estallido social, con una fuerte campaña comunicacional para transformar a esos jóvenes que son víctimas, en delincuentes, y por lo tanto, un proceso de violencia y revictimización sobre esas personas", agrega.
"Creo que más allá de cualquier posición que puedas tener lo que es claro es que aquí hubo agentes del Estado que cometieron violación a derechos humanos graves, tenemos muertos, violencia policial y tenemos este patrón de conducta de 460 víctimas de mutilación en sus ojos, en tres meses de protestas", señala sobre el estallido social en Chile de 2019-2020.
En una de las instalaciones imprime sobre el piso las palabras histeria e historia, y se refiere a esto como un concepto que viene trabajando desde hace mucho tiempo y que retoma "en torno a esto que sucedió con el monumento que fue desplazado del centro de esa plaza donde ocurrían las protestas", dejando un "vacío extraño".
"Histeria-historia es un concepto que tiene que ver con el estado de schock psíquico colectivo", de conmoción que se produce en la historia cuando "todo se vuelve mucho más somático, menos claro, donde el discurso es mucho más confuso". Y explica: "hay períodos en que se puede seguir un relato histórico coherente y hay otros periodos donde la narrativa está bajo el efecto del schock", dice poniendo en paralelo sus estudios sobre histeria femenina donde "los síntomas corporales eran modos de decir aquello que no podía ser dicho en palabras", como "una somatización del discurso" que inhabilita "decir explícitamente que esta sucediendo".
Por otro lado, anclada en la investigación de documentos y organismos de derechos humanos, por ejemplo, dice que se da "cuenta que lo que estaba estallando era la Cordillera de los Andes de alguna manera, es el territorio que aparece como somatizando estos malestares sociales desde Colombia hasta Chile".
"Hay un malestar social, y la política no tiene capacidad de conducción por los motivos que sean y se apuesta por el estado policíaco", en vez de "herramientas políticas que no sean la violencia" ligadas a la vida democrática.
"El Nunca más que es algo que no es menor en Chile, se rompió con esta violencia del 2019, desde mi punto de vista, es muy difícil. Yo soy una mujer adulta, tengo 52 años y doy clases hace 25 años, y uno tiene que estar siendo cómplice de que el Estado salga a pegarle, a reprimirlos y a mutilarlos y uno no puede hacer nada", expresa.
"Y después empieza el discurso de justificar esta violencia donde participa la sociedad en la justificación, eso es muy duro, porque es como una regresión al proceso de democratización de los mínimos de lo que vamos a aceptar que suceda o no en nuestras sociedades", dice crítica.
Aunque también recuerda que "en general el estallido social está muy condenado en el sentido del orden público, pero también fue un momento de mucha creatividad, de mucho eros también. Fue un momento muy luminoso y al mismo tiempo vemos aguzada esta violencia que era muy oscura, y toda esa mezcla es bastante artística", señala refiriéndose en concreto sobre el video homónimo a la muestra, que narra los sucesos en clave poética.
Pero, observa, "hay una forma de operar de las policías que tiene consecuencias parecidas: mutilación de los ojos, muertos, represión de los pueblos originarios, de las clases más pobres, la desigualdad también que es la que estalla". Y añade: "he trabajado mucho tiempo como artista e intelectual con Sudamérica y América Latina y no creo en esa coincidencia", concluye.