2. Fundamentos teórico metodológicos
Considerando que el campo es una construcción del investigador en función del problema (Bourdieu 1987:173), lo he delimitado como la práctica general del ser miembro de la asociación, incluyendo todas las practicas que los sujetos liguen al ser capoeirista, como la participación en rodas, entrenamientos, eventos, las caminatas, etc. En el desarrollo de la investigación utilicé diversas técnicas de campo: entrevistas abiertas y semiestructuradas, participación observante, observación participante, y registro audiovisual. Me detendré en las dos primeras estrategias que delinean el trabajo. Las entrevistas son entendidas como parte de una construcción conjunta de conocimiento, y como instancia de objetivación y contribución al autoanálisis social (Gutiérrez, 56, 2001) por parte de los sujetos. Por su parte, el uso de la participación observante4 se corresponde con la perspectiva teórica adoptada, que sitúa al cuerpo como locus de conocimiento y a los sujetos como sujetos-cuerpo. La participación observante da lugar al conocimiento desde el cuerpo, y contribuye así a objetivar lo que, por ser subjetivo, aparece comúnmente como un ámbito “individual”. Ésta experiencia práctica del investigador no lo excluye, a mi entender, del movimiento de “objetivación participante” (Bourdieu, 1991:116) que contribuye a la comprensión, siempre en clave social, de la experiencia corporal subjetiva de las personas con quienes se trabaja. La corporalidad de los sujetos sustenta la realidad social. La noción de corporalidad invita a pensar a los sujetos como sujetos-cuerpo y a descartar el concepto de cuerpo como objeto pasivo sobre el que se imprimen los hábitos sociales. Para entender la práctica cotidiana de los capoeiristas, “haciendo” en determinados lugares, por determinados motivos y a pesar de determinadas circunstancias, me ha sido de utilidad la perspectiva de Bourdieu, quien concibe lo social como lo que “… se instituye entre dos “realidades”, el habitus y el campo, que son dos modos de existencia de la historia, o de la sociedad, la historia hecha cosa, institución objetivada y la historia hecha cuerpo, institución (Bourdieu, 1994: 9, en Gutiérrez, 2002: 47). Considero que no debe entenderse la noción de habitus como un modo de pensar (nos) a los sujetos-cuerpo como mecánicamente “determinados” por el mundo social. La acción está configurada por lo aprehendido “…a través de los principios socialmente constituidos” que organizan la percepción de los sujetos (Bourdieu, 1991:163). Bourdieu define el habitus como “sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes…” (Bourdieu, 1991: 92). Se trata de disposiciones que hacen que los sujetos actúen, piensen y sientan “…más de cierta manera que de otra, ligados a definiciones de tipo lo posible y lo no posible, lo pensable y lo no pensable…” (Gutiérrez, 2001:48). La “limitación” que el mundo socio histórico impone a las practicas de los sujetos, no implica la ausencia de agencia por parte de los mismos. Los sujetos cuerpo no son solo quienes han “incorporado institución” sino que también dan cuerpo a esas instituciones, y, por ende son sujetos capaces de reformular, en función de su sentido práctico, sus habitus (aunque siempre en relación a los límites que el campo y las mismas disposiciones dominantes del habitus colocan). Los jóvenes que participan en la asociación, podrían desde el campo “relativamente autónomo” (Bourdieu, 1995:370, 1991: 114) de la capoeira modificar sus prácticas en otras esferas. En este sentido, el habitus del que emergen las prácticas de los jóvenes capoeiristas se diferencia en algunos aspectos de aquel de otras generaciones (Bourdieu, 1991:107), haciendo posibles prácticas que éstas últimas consideraban imposibles.