"Identidad, cuerpo y arte
Territorio libre para el tatuaje
Hasta hace poco tiempo se creía que el hallazgo de 5.300 años, correspondiente a un cazador del neolítico conocido como Oetzi en Los Alpes de Ötztal –entre Austria e Italia–, era uno de los cuerpos modificados naturalmente y con tatuajes en la espalda y las rodillas más antiguos que se habían descubierto. Sin embargo, en 2018, al estudiar las momias de Egipto, se encontró una con tatuajes más elaborados y figurativos e, incluso, de mayor antigüedad. “Ahora las momias se estudian con sistemas de infrarrojo y lo que antes se creían manchas en la piel, se sabe que son tatuajes y que se pueden reconstruir”, explica Silvia Citro, doctora en Antropología, investigadora del Conicet, profesora de la UBA y coordinadora del Equipo de Antropología del Cuerpo y la Performance.
Los tatuajes aparecieron en casi todas partes del mundo y son tan antiguos como la propia humanidad: Europa, Egipto, Siberia, Polinesia, Oceanía, Perú y Argentina son solo algunos ejemplos. “En mi caso trabajé con pueblos indígenas chaqueños, abipones y mocovíes, quienes se tatuaban sus rostros”, cuenta. Sin embargo, el origen de los tatuajes se ubica en la Polinesia. El navegante británico James Cook y quienes lo acompañaban en su primer viaje de circunvalación, en 1769, descubrieron esta práctica ancestral en Tahití. El sociólogo y antropólogo francés David Le Bretontoma este viaje como el redescubrimiento del tatuaje en Europa. Inclusive la etimología de la palabra inglesa tattoo deriva del polinesio tatau o ta-atuas, donde “ta” significa “dibujo” y “atuá”, espíritu. También plantea que son los mismos marineros quienes, a partir de observar los tatuajes de la Polinesia, toman esta práctica y en el Occidente más moderno la introducen con tatuajes ya más elaborados. Otras comunidades del Pacífico llevarán más lejos la intervención de la piel humana mediante escarificaciones, que reproducen el pellejo del cocodrilo como rito de iniciación.