Mora, Ana Sabrina:  “Conocimiento corporizado y experiencia del puerperio”. Publicado en CD en Actas de IX Jornadas Rosarinas de Antropología Sociocultural, Rosario, 2007.

Resumen:                                                                                                             

En el contexto de la red de somato-poder y de bio-poder que controla y regula a los cuerpos individuales y a las poblaciones, y particularmente del creciente proceso de medicalización de la maternidad que ha tenido lugar desde principios del siglo XX, obstetras y pediatras se han constituido en interlocutores privilegiados y en intermediarios en la relación madre-bebé, en general desde perspectivas que reproducían las significaciones del sistema sexo-género vigente y que transformaron al embarazo, al parto y a diversas prácticas del cuidado de los niños y las niñas en cuestiones que debían regirse por parámetros científicos y racionales. Desde los discursos y las prácticas médicas, el puerperio está caracterizado por una serie acotada de sucesos anatómicos que siguen al parto y abarcan un breve intervalo de tiempo en el que se deja atrás el cuerpo embarazado, durante el cual se produce una “vuelta a la normalidad” para el cuerpo de la mujer que acaba de parir. Lejos de reducirse a esto, el puerperio es una experiencia intensa y movilizadora que excede tanto temporal como cualitativamente aquella concepción. La experiencia del puerperio, asociada a la experiencia de dejar de ser dos en el cuerpo de una para pasar a ser dos separados/as pero fusionados/as, incluye fenómenos como la fusión emocional mamá-bebé, el encuentro con abismos del propio ser que habían permanecido ocultos o latentes y la unión vida-muerte o puerperio-duelo. A partir del parto, experiencia de desgarro y de pasaje, nos encontramos con un bebé con el que estamos fusionadas a modo de una díada, y con un interior profundo que hemos dejado salir y que se nos presenta en forma de sensaciones que nos abruman y que en ocasiones también se manifiestan materialmente en el bebé. Las sensaciones y experiencias producidas en esta etapa, afectan, trastocan, desequilibran, desacomodan el orden subjetivo, desde un nivel microperceptivo. Son experiencias que parten del cuerpo y repercuten en el sujeto. El cuerpo produce subjetividad, produce formas especiales de vincularse con el mundo, con uno mismo y con los otros, produce conocimiento. No hay duda de que el cuerpo es producido desde una historia colectiva, desde una biografía personal, familiar y vincular, desde un contexto histórico, desde un grupo social, desde situaciones, relaciones, miradas y controles. Pero el cuerpo no es sólo receptor, el también produce, desde él se produce. Con el cuerpo también se conoce, y a la vez lo que nos pasa en el cuerpo impacta en la construcción de nuestra subjetividad. Por todo esto, el puerperio es un momento privilegiado para entender que existe una forma de conocimiento desde el cuerpo, un conocimiento corporeizado, constituido desde acontecimientos, sensaciones y experiencias que no se limitan a una reflexión conciente, y que provienen de lo que Maurice Merleau-Ponty llamó experiencias de la carne. En Tabu do corpo (2006 [1979]), José Carlos Rodrigues afirma que para el antropólogo la introspección es un método válido de producción de conocimiento objetivo, partiendo de que no hay nada en la vida social que no pueda ser transformado en objeto de investigación, incluyendo la propia conciencia. Tomando esta opción, utilizaré mi experiencia del puerperio como base empírica, intentando contribuir a la perspectiva del feminismo de la experiencia (que amplía y discute los análisis del feminismo post-estructuralista), considerando que la experiencia produce conocimiento y las descripciones fenomenológicas son cruciales para comprender los efectos de la corporeidad sobre la subjetividad.  

 

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